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Acurrucándonos juntos

Acurrucándonos juntos

La vida trae tragedia y angustia. Y como padre, es probable que tengas que ver cómo tu hijo experimenta el dolor, ya sea por la pérdida de un juguete especial, una amistad o novio, o incluso la vida de alguien cercano a ellos. Y cuando sucede, tu corazón también se rompe. Oh como quisieras poder solucionarlo o resolverlo, pero sabes que no puedes. ¿Cómo se camina con ellos? ¿Qué palabras dices y cómo consuelas a tu hijo afligido?

Acurrucarlos o apapacharlos es una de las mejores bondades que podemos mostrar a nuestros hijos durante estos tiempos. No tenemos que decir nada.

Es probable que no quieran una explicación. Nos damos cuenta sin preguntar que algo no está bien en su mundo. Las palabras que necesitan son tu proximidad y la empatía de tu corazón. Acurrucarse para acercarse propicia el llanto, lo que es bueno para desahogarse.

En esos momentos es normal que no sepas qué decir o qué hacer. No hay un libro de instrucciones para consolar a nuestros hijos ni a ninguna persona en crisis, excepto la guía del amor, el susurro de la empatía, el empujón sagrado que hay dentro y que nos dice que permanezcamos en silencio o que nos pongamos en contacto. No hay guión para explicar a tu hijo la tristeza. Lo mejor que podemos hacer es:

1) Admitir que no tenemos una respuesta.

2) Resistir la tentación de tratar de mejorar las cosas con nuestras palabras.

Las palabras vendrán después. El amor viene primero en la bondad.

Sé amable con el que está sufriendo en tu vida. Podría ser tu cónyuge, tu hijo o un amigo.

Sé amable acurrucándote o abrazándoles y apapachándoles sin expectativas pero a la vez buscando que te muestren cómo amarlos.

Acurrucándonos y abrazándonos sabiendo que el amor nos cura. Acurrucándonos y apapachándonos recordando que el amor nos une. Acurrucándonos y abrazándonos sabiendo que el perdón vendrá.

Hagámoslo sabiendo que este apapacho y abrazo es el tipo de momento que cada niño y familia necesita.

Romanos 12:15: “Celebra con los que celebran y llora con los que lloran”.

Por Brooklyn Lindsey

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