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Haz lo que digo y no lo que hago

Haz lo que digo y no lo que hago

¿Alguna vez han salido de tu boca las palabras “Porque lo digo yo”? Esta respuesta de “solución rápida” que a veces les damos a nuestros hijos cuando preguntan “¿por qué?” puede en última instancia socavar nuestra autoridad como padres. “Porque lo digo yo” nunca fue una respuesta satisfactoria cuando eras un niño; no es diferente ahora que eres el padre. Cuando se trata de guiar y enseñar a nuestros niños, “haz lo que yo hago” es mucho más efectivo que “haz lo que te digo”.

Ya sea que lo admitamos o no, nuestras vidas están en exhibición 24/7. Nuestros hijos siempre nos observan y aprenden de nosotros, tanto de nuestras características y comportamientos positivos como negativos. Los padres intencionales entienden esta realidad y piensan en los mensajes que están enviando sus acciones. Las acciones siempre hablan más que las palabras.

Esto no quiere decir que los padres conscientes de esto no metan la pata. Incluso los padres conscientes son imperfectos, y nuestras acciones a veces reflejan esa realidad. Pero esas imperfecciones también hablan volúmenes. Porque tus hijos no necesitan que seas un padre perfecto. La percepción de que debemos ser perfectos o excesivamente espirituales es intimidante y puede crear inseguridad. El hecho es que los niños necesitan ver a sus padres genuinamente tratando de seguir a Jesús. Podemos decirles todo el día que crean en Jesús, pero nuestros niños necesitan verlo realmente en nuestras propias vidas.

Y ¿las buenas noticias? Tus hijos están recogiendo algunas grandes cualidades de ti. Es fácil concentrarse en nuestras características negativas y olvidarse de las cosas positivas que estamos transmitiendo. Seamos honestos: todos somos un conjunto de fortalezas y debilidades, y nuestros hijos ven ambas cosas. Tu estilo de crianza de los hijos puede beneficiarse de tomarse un tiempo para reflexionar sobre los mensajes que se comunican en tu vida para garantizar que los aspectos positivos creen imágenes más vívidas que las negativas.

La realidad que tus hijos están viendo no está destinada a asustarte o hacer que te sientas derrotado. En cambio, es un recordatorio para que pienses en las cosas más importantes que quieres transmitirle a tus hijos y luego consideres si tus acciones en esas áreas de tu propia vida son las que quieres mostrar.

Por Doug y Cathy Fields

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