La vida tras el desastre.
Por Adriana Monroy.
19 de septiembre de 2017 cambió por completo mi manera de pensar, expresarme y reaccionar ante un sismo. Esa tarde estaba en mi oficina en el Centro Histórico de la Ciudad de México cuando comenzó el jaloneo de la tierra. La alarma sísmica sonó, pero no recuerdo haberla escuchado mucho tiempo. Intenté llegar a la escalera, pero el movimiento era tan fuerte que difícilmente podía caminar, mis compañeros y yo nos detuvimos en una de las columnas, mientras las paredes crujían emitiendo un sonido ronco como un rugido, el intenso balanceo del edificio al que todos llamábamos el más fuerte del Centro, no cesaba.
-Señor, que se detenga-, llamé a mi esposo, -Mi amor, está temblando muy fuerte, te amo, aún no podemos salir. Te amo- La gente lloraba, -Dios mío, Dios mío-, -Padre nuestro que estás en el cielo…-.
Hasta que la tierra pareció ceder, bajamos esos tres pisos lo más rápido posible hasta la calle. -Váyanse a sus casas- nos dijeron, por lo que caminé a través de la larga y ancha avenida de la Reforma, que parecía estrecha debido al río de personas. Finalmente, me encontré con mi papá y mi esposo en el punto que logramos acordar, salimos del Centro Histórico nerviosos, mirando a nuestro alrededor los daños.
A ese martes le siguió un bombardeo de noticias, imágenes, historias de personas cercanas que fallecieron o tuvieron pérdidas graves. Mi corazón se sentía inquieto, agradecido por haber vuelto a casa pero triste por el dolor que nuestros hermanos pasaban. Los días siguientes estuve ansiosa, alerta a cualquier movimiento o sonido.
Para algunos de nosotros, el momento difícil pasó muy rápido comparado con lo que otros muchos continúan atravesando. De cualquier manera, las preguntas se repiten, ¿cómo deshacernos del sentimiento de fragilidad, de ansiedad por dejar a nuestros seres queridos y salir a trabajar al mismo lugar donde todo parecía venirse abajo? ¿Cómo retoman la vida los que perdieron un ser querido? ¿Cómo volver a sentirnos seguros?
Ese martes me di cuenta que conocemos la respuesta, la traemos bien gravada en el corazón, hasta quien no confía en Dios lo sabe, porque en esos momentos, abundaron los -Dios mío, Padre nuestro…- Quizá son los instantes donde más personas voltean al cielo, porque todos sabemos, creyentes o no, que no hay fenómeno natural más poderoso que Él.
Cuando tienes un problema, llamas a quien reconoces con la capacidad de resolverlo, por eso durante estos eventos, todos clamamos a Dios. Pero su poder no se achica pasada la tragedia, ni en medio de ella, porque también es el único capaz de darnos la seguridad que necesitamos en tiempos de incertidumbre y miedo.
Sé que hay muchas dudas del amor de Dios, de porqué no evita estos desastres, pero en todos los casos, la respuesta es mirar hacia Él buscando no una explicación, sino una revelación personal acerca de tus circunstancias particulares y de la prueba que tú enfrentas. Porque al menos en mi caso, para éstas y muchas otras cosas que he vivido, saber porqué importa poco, no alivia, y más aún, las razones de Dios son completamente incomprensibles por nuestra limitada capacidad humana. Así que si me permites sugerirte algo, no preguntes porqué, sino busca una revelación de Dios en tu vida.
Si eres seguidor de Jesús, no debe sorprenderte la prueba, confía en que la atravesarás de su mano como antes lo has hecho, recuerda sus muestras de fidelidad y que los seres humanos cambiamos, pero Dios es siempre el mismo, fiel, amoroso y protector de sus hijos. Recuerda su carácter hermoso, su abrazo en tiempos difíciles y que puedes atravesar esto de su mano.
Si te sientes enojado con Él, no hay nadie en este mundo que pueda darte consuelo, escucharte ni sanar tu corazón como Él lo hará. Está dispuesto a escuchar tus reclamos, hasta los más duros, a recibir tu corazón roto y hacerlo nuevo. Así que comienza por volcar tus frustraciones y miedos tal cual los sientes, todas preséntaselas a Él. Voltea a Él como lo hiciste mientras la tierra temblaba, pero ahora con más fuerza.
Tú que clamaste a Él en medio del desastre y te salvaste, ¿seguirás clamando a Él cada día de tu vida o te olvidarás que existe?
Las calamidades vendrán de esta y otras maneras, no podremos evitarlo, pero si comienzas a seguirlo, Él te llenará de su paz para enfrentar todo lo que el futuro presente.
Él es, nuestra única, mejor y más poderosa opción.
Recuerda
- Dios te ama.
- No preguntes porqué, no tenemos la capacidad de entenderlo, mejor pide la revelación, el para qué.
- No tienes nada que temer, Dios está cuidándote.
- Si aún no sigues a Jesús, este es el momento de hacerlo. Entrégale tu vida y comienza a seguirlo.
- Jamás dudes que Dios te ama.
“El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.” Salmos 104:5
“Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad. Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar. Que rujan los océanos y hagan espuma! Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas!.” Salmos 46:1,3
“…doy rienda suelta a mi queja; desahogo la amargura de mi alma. Le he dicho a Dios: no me condenes. Dime qué es lo que tienes contra mí.” Job 10: 1,2
“Queridos hermanos en Cristo, no se sorprendan si tienen que afrontar problemas que pongan a prueba su confianza en Dios. Esto no es nada extraño.” 1Pedro 4:12
“Les he escrito para darles consejos, y para asegurarles que todo lo bueno que Dios les ha dado demuestra que los ama mucho. Nunca duden del amor de Dios.” 1 Pedro 5:12
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6,7
Oración
“Padre mío, vengo hoy a mostrarte cómo me siento de la manera más transparente que puedo, estoy lleno de miedo, de un sentimiento de fragilidad y nervios que no me ha dejado desde el sismo, te pido que tomes la carga de estas emociones que me invaden y las conviertas en tu paz.
Calma mis ganas de saber porqué ocurren desastres y transfórmalas en un deseo de conocer tu revelación en mi vida. Infunde en mí, confianza para salir a las calles de nuevo, sabiendo que vas a mi lado de copiloto, estás sentado junto a mí mientras trabajo, me cuidas cada segundo del día, que tengo de mi guía al Dios que todo lo puede, más grande y más fuerte que cualquier terremoto.
Te amo, vengo a ti rendido, pidiendo tu consuelo, confiado en que solo en tu amor lo hallaré. Muéstrame hermoso Jesús, cómo seguir mi vida tras el desastre.”