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Cómo enfrentar la pérdida. Parte 2. El cuestionamiento. (Demo)

“Buscamos el primer consuelo en las razones, cuando éste solo llega al sentir el amor de Dios, y entonces las razones pasan a segundo plano.”
AMO

13 de diciembre 3:00 am. En unas horas saldríamos al hospital para que el médico me practicara un legrado, ya que mi cuerpo estaba tratando de retener a mi bebé aun cuando él, ya no vivía desde hace tres semanas.

El Señor me despertó para hablarme, simplemente me abrió los ojos y me dirigió a su palabra. Inmediatamente comencé con las preguntas: ¿Por qué Señor?, ¿Que acaso tu promesa no era darme un bebé?, ¿Por qué me dijiste que sí y luego no? Mis lágrimas brotaban desde lo más profundo, las sentía quemándome la garganta y sofocando mi respiración.

En la obscuridad, postrada en mi cama, en el silencio de la madrugada, sentí todo el amor de Dios sobre mí, abrazándome, doliéndose conmigo, bajando el ritmo de mi respiración poco a poco, hasta que mi vista se despejó y fui capaz de leer:

“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.” Romanos 5:3-5

Leí ese versículo tantas veces como pude, porque mientras más lo leía mayor paz experimentaba. Supe que sin importar nada, Dios me amaba y su amor era perfecto, que todo esto tendría un propósito, aunque con sinceridad te digo que aquella noche, no alcancé a ver cómo es que lograría alegrarme al enfrentar esta prueba, o qué parte de mi carácter Dios quería fortalecer. Por lo pronto, la verdad de su inmenso amor por mí, la certeza de que esa negativa era un acto de amor, me bastó para entrar al quirófano con llanto en los ojos, pero con la confianza de su fidelidad y protección.

Como podrás darte cuenta, esa noche me encontraba atravesando El Cuestionamiento. Quizá estás ahí ahora y deseas con toda tu alma saber por qué, entender un poco la razón de ese evento injusto, de por qué te ha sido arrebatado algo que tanto amabas. Por qué, es la palabra que más se repite en esta etapa del duelo y es completamente normal.

Quizá lo primero que pasó por tu mente fue por qué a mí, quieres obtener toda la información clínica posible para encontrar las razones, o si llevas una vida espiritual, deseas saber por qué Dios te está poniendo esta prueba o por qué lo que parecía tan cercano se ha esfumado por completo. Por qué una promesa que creías que Dios cumpliría sin falla, no se cumplió.

Yo me preguntaba por qué mi bebé murió, porqué Dios no cumplió su promesa de darme un hijo. En mi caso, no me inquietaban mucho las razones clínicas, entendí pronto que el bebé simplemente no alcanzó el desarrollo que debía y su corazón se detuvo, pero yo quería saber el por qué desde un punto de vista espiritual. Si ya estaba ahí, ¿por qué Dios simplemente no hizo que terminara de formarse?

Viví esos múltiples cuestionamientos desde mi cama, pero puede ser que tú te encuentres en medio de una sala del juzgado firmando tu divorcio, en el funeral de un ser amado, sentado en el sillón observando a tu pareja partir, frente a un médico escuchando que el diagnóstico es positivo, o probablemente has descubierto la infidelidad de tu pareja y no paras de preguntar por qué.

Sea cual sea tu situación, debes saber que en este proceso será necesario que vayamos aceptando ciertas verdades, simplemente aceptarlas. Y aquí vamos con la primera: Aunque creo que esto no te va a parecer la mejor respuesta, yo estoy convencida que lo es. Comprendí que debía aceptar que quizá nunca sabría por qué mi bebé no nacería. Y es posible que tú jamás sepas la razón de tu pérdida y porqué sucedieron las cosas cómo sucedieron.

Quizá Dios jamás te responda por qué tienes esa enfermedad, por qué tu pareja te abandonó o porqué te han robado, y en serio, me parece que el Señor nos protege porque no creo que seamos capaces de comprender sus motivos. Pero lo que sí sé es que podemos acercarnos a Él a preguntar todo lo que nos plazca, incluso a quejarnos, a clamar, a llorar, decirle lo mucho que creemos que esto es injusto y recordarle sus promesas. Y lo que sí debemos buscar, es el propósito de este dolor, no una explicación, sino una revelación del sentido de esta pérdida, pero eso, se va descubriendo a través de la oración y el tiempo con Dios, no pretendas recibirla de golpe ahora.

En esta etapa de cuestionamiento también aprendí que quejarme con Dios no es malo, él quiere escucharme, anhela que recurra a Él de la manera más transparente, sin tapujos, sin limitaciones. Quéjate con Él, pero no de Él. En estos días me he quejado mucho con Dios, y descubrí que la queja es también un acto de adoración, porque entonces reconocemos que Él es el único en control, porque nos mostramos como somos, porque clamamos a Él y nuestra dependencia a su amor incrementa.

Tarea

Date un tiempo, el que sea necesario, para que a solas, en un lugar donde puedas llorar y hablar con Dios en voz alta (sí, en voz alta), le hagas todas las preguntas que quieras, te quejes con Él y abras tu corazón completamente. Si lo haces, verás que el consuelo no se encontraba en conocer los motivos, sino en sentir el inmenso amor de Dios cubriéndote.

Oración

Padre, vengo a exponerte mis quejas, mi dolor, todo lo tengo dentro de mí. Y aun en medio de mi pena Señor, te sigo amando, porque eres bueno, fiel, amoroso, y nada tengo mejor que mi relación contigo.

Si tú quisieras Padre, me dirías por qué, pero no me des nada que mi mente y mi corazón no puedan recibir. Mejor calma este deseo de conocer las razones, y muéstrame el sentido, el propósito de la pérdida, revélame hermoso Señor tu voluntad en medio de la crisis. Amén.

Por: Adriana Monroy

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