He oído decir que la vida se nos pasa a toda velocidad. Yo solía creer eso. Hasta que un día me detuve para mirar una cochinilla en el suelo con mi hijo de 4 años. Él estaba absolutamente fascinado con eso. Y yo estaba fascinado por él estando fascinado. Recuerdo que casi pasé por su lado para continuar con una importante tarea de adulto. “¡PAPÁ! ¡MIRA! ¡TIENES QUE VER ESTO!”. Así que me puse boca abajo, a la altura de los ojos con ese pequeño insecto. De repente me quedé anonadado. Cada vez que mi hijo tocaba esa cosa; rodaba en el círculo más perfecto que jamás había visto. Nos pusimos boca abajo durante casi 25 minutos jugando con esa cosa. Cuando me levanté, estaba casi listo para convertirme en presidente de la Asociación mundial de las cochinillas. Fue increíble. ¡UNA COCHINILLA!
Fue entonces cuando me di cuenta de que la afirmación que a mi generación le encantaba contar: “la vida se nos pasa a toda velocidad” estaba equivocada. En realidad nosotros estábamos pasando a toda velocidad por la vida. Y, ese fue el día que decidí detenerme.
Pensaba que si comenzábamos a experimentar esos momentos, a propósito, nos encontraríamos con una vida mucho más satisfactoria y con una conexión más profunda como familia. Desde esa decisión, me complace decir que no pude haber tenido más razón. Desde cada gran momento que hemos experimentado COMO UNA FAMILIA hasta los pequeños momentos cotidianos, mis hijos llegarán a la edad adulta sin preguntarse si tuvieron una infancia llena de experiencia. Y, creo que su infancia llena de experiencia los preparará para tener una vida adulta épica y llena de aventuras.
Lo mejor de ser un hacedor de momentos es que no requiere grandes cantidades de efectivo, viajes épicos por todo el mundo ni nada más que intencionalidad.
En cualquier etapa de la crianza en la que estés y cualquier temporada en la que te encuentres, ten la intención de disfrutar creando momentos especiales con tu familia este verano. Créalos a propósito, y pronto te encontrarás viviendo tu vida en lugar de que la vida te viva.
Por: Carlos Whittaker