Todo puede cambiar, en verdad y en cuestión de poco tiempo. Así fue conmigo este fin de semana. Te cuento, asistí al campamento del año “Revoluciona”, este fue mi tercer campamento con la iglesia. Cada uno de ellos me ha marcado en el corazón una enseñanza y un acercamiento con Dios y cada vez es más íntimo. El primer campamento que fui, fue “Sube de Nivel” en 2016, fue mi primera conexión profunda con Dios, el segundo “Rebeldes con Causa” en 2017 fue un acercamiento tremendo y me motivó a tener una relación diaria con Dios y no solo temporal como era antes. Desde ahí he podido ser constante.
Este año “Revoluciona” en 2018 fue una enorme enseñanza, Dios sabía que era hora de mostrarme todo el potencial que tengo. Como todo ser humano tengo defectos, uno de ellos es la inseguridad, creí que a veces que no tenía la capacidad de cumplir algo o dudaba mucho de mí. A pesar de esto hay una actividad que me ha dado seguridad desde hace dos años: escribir. Ha sido un proceso desarrollar esta actividad y he entendido que es un talento que el Señor me dió para compartir su palabra al mundo.
Hace un año decidí comenzar mi primer libro para él, una antología de cuentos sobre testimonios basados en entrevistas que hice. Con consejos de mi padre y otros comencé, llegué lejos, pero en cierto punto comencé a tener problemas con la computadora, edición, planeación, adaptación y expresión, esto hizo que me rindiera justo a la mitad del libro, más porque mi computadora vieja no prende y ahí está la mayoría. En este campamento al tener oportunidad de escuchar a Lucas Leys al decir que los santos son rebeldes, que nunca se rinden, que tienen un gran potencial y al decir que el éxito necesita fracasos antes para llegar a él, recordé mi libro abandonado, reaccioné, y dije que tenía que terminar ese libro, en cuánto pudiera. Continuando el campamento, con el mensaje de Víctor Salcedo me motivó aún más, de cómo debemos hacer discípulos en toda nación, bautizarlos y que les enseñemos a guardar todas las cosas que nos ha mandado Dios. Lo que tenía en mente era mi libro y cumplir este gran deber.
Finalmente, fue el primer campamento en el que me tocaron los bautizos y decidí bautizarme espontáneamente, ya que al principio no lo tenía planeado. Había terminado de empacar todo y estaba vestida con ropa limpia. En fin, el bautizo fue el símbolo con el que reconocí a Cristo como mi Salvador ante la gente y que en verdad cumpliré la gran comisión a través del don que él me dió. Al terminar los bautizos, una inmensa cantidad de amor se presentó entre todos y muchos fueron a abrazarme, la mayoría al tenerme en sus brazos me susurraba “Felicidades, esto está empezando, Dios tiene algo grande preparado para ti, bendiciones, entre otras cosas” a través de escuchar la misma frase tantas veces entendí que no solo estoy aquí para terminar ese libro de testimonios, estoy aquí para escribir cientos de libros que serán de impacto en otros, estoy aquí para hacer discípulos, para servir, para hacer una vida extraordinaria y que yo puedo porque tengo un potencial que Dios me puso y no puedo permitir que nadie me lo destruya.
Así que a todos les comparto que tienen un gran propósito en esta vida, no tengan miedo al fracaso es parte de la vida, no vamos a obtener todo a la primera como quisiéramos, seamos persistentes y creamos en la potencia que tenemos, porque con ello podemos hacer obras maravillosas. No tengo más que hacer más que agradecer al Señor por poner esto en mi corazón, no hay duda que cada vez él me asombra más.
Por: Daniela Ortiz Diaz