Cada vez noto más personas trabajando en algo que llanamente, les gusta. Se levantan cada día mecánicamente a cumplir una labor sin cuestionarse porqué, como siguiéndole la corriente a la vida.
Claro que no estoy en contra de que la gente haga lo que le gusta, pero hacer lo que te apasiona es otra cosa. Porque de gustarme me gustan muchas cosas, pero no quiero pasar doce horas al día, haciendo algo solo porque me pagan.
El clásico del lunes «pues aquí… empezando la semana» me deja sin palabras. «¿Por qué sigues aquí? les he preguntado, «bueno, me pagan bien, en realidad no está tan mal».
Muchas personas creen que trabajar con pasión es algo para unos cuantos privilegiados y el resto debe conformarse con un trabajo que rinda para pagar la hipoteca y una escuela decente para sus hijos, otros, piensan que existen dos tipos de personas: los que nacen con una pasión y los que no llegaron a tiempo a la repartición.
Quizá no sea así para todos, pero en mi caso, encontrar lo que me apasiona ha sido un proceso de perfeccionamiento de más o menos tres décadas. No es que lleve toda mi existencia sintiéndome descorazonada, caminando con los hombros caídos, no me mal interpretes, amo mi profesión, pero desmenuzarla hasta identificar la labor en la que podría estar horas sin mirar el reloj, que tenga talento para hacerlo, que además alguien quiera pagarme por ello y yo decidiera arriesgarme (los cuatro puntos al mismo tiempo) tomó bastante, por no decir que casi toda mi vida.
Ahora que la he hallado y vivo en carne propia lo que implica perseguir un sueño, entiendo por qué existe tanta gente insatisfecha laboralmente: porque la vida apasionada requiere esfuerzos a los que muchos no están dispuestos. Levantarte más temprano, cansancio, trabajar extra, reponerte sin perder demasiado tiempo en lamentos, empezar de cero si es preciso, exponerte al escrutinio y tantas otras cosas.
La mayoría admira a los apasionados -me casé con uno-, los miran con ilusión pero creen que han ganado su lugar por pura suerte, la realidad es que, ellos sonríen por el gozo de una lucha más a la que se han levantado victoriosos, adoloridos pero victoriosos, no porque la vida les haya regalado todo lo que tienen, sino porque han sido lo suficientemente valientes para perseguir el sueño, y la persecución en sí misma les brinda la felicidad que sólo viene cuando sabes que caminas en la dirección correcta.
Tengo la convicción de que Dios gravó en tu corazón una pasión, y sobre todo, creo que con su dirección, puedes vivir una vida de intenso trabajo apasionado, lleno de gozo. De cualquier manera ocuparás tu tiempo en algo… ¿acaso no es mucho mejor que sea algo que te haga vibrar?
¿Estás haciendo lo que te apasiona? ¿Qué puedes hacer para comenzar una vida apasionada?
Aquí estoy Señor, envíame a mí.
A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para los que lo aman. 1 Corintios 2:9
Traigan a todo el que me reconoce como su Dios, porque yo los he creado para mi gloria. Fui yo quien los formé. Isaías 43:7
Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse solo en palabras lleva a la pobreza. Proverbios 14:23
No me escogieron ustedes a mi, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Juan 15:16
Entonces oí la voz del Señor que decía: – ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: ¡Aquí estoy! ¡Envíame a mí! Isaías 6:8
Recuerda
Vivir apasionado es una decisión, una forma de vida y un proceso. Quizá no estás en esa vida apasionada, pero si en verdad la deseas, prepárate, esfuérzate y actúa.
Dios te creó para que trabajes por una pasión, no descanses hasta saber cuál es.
Detrás de un corazón desapasionado hay una persona muerta de miedo; lo triste es que la mayoría de sus temores solo existen en su mente.
Oración
Padre mío, no quiero que la vida me pase de largo y con los años darme cuenta que malgasté mis días haciendo algo que nunca me apasionó, que ignoré las oportunidades para tener una existencia plena y todo porque me dio miedo arriesgarme.
Ahora sé que me creaste con un propósito y siempre que mis esfuerzos estén alineados a él, tendré una vida apasionada.
Hoy cambiaré el rumbo hacia donde me digas, mándame a mi Padre, aquí estoy, mándame.
POR ADRIANA MONROY.