Llenas del amor de Dios.
Por Adriana Monroy.
¡Qué emotivas son las bodas! Lo que más me gusta es el momento de lo que Dios unió que no lo separe el hombre. Me hace pensar que la unión de esposos es fortísima porque es Dios quien la sella. También me dice que el hombre (yo creo que se refiere a los propios esposos) tienen la capacidad de separar al matrimonio.
Me pone pensativa, más ahora que mi esposo y yo cumplimos dos años de casados. Estoy segura que él es un regalo que tengo por gracia de Dios, porque sin hacer nada, sin merecerlo, tengo un hombre perfecto para mí.
Pero permanecer casada con él, crecer este matrimonio y mantener vivo nuestro amor es tarea que nos toca a los dos. Es la parte que Dios no hará por él ni por mí, si no queremos.
El día de la boda, nos prometimos estar unidos siempre, ser fieles el uno al otro y amarnos tal cual somos hasta el final. Eso, es una promesa muy romántica que hace llorar a todos pero es también muy fuerte. Implica que sin saber lo que encontraremos delante, ni las pruebas que vendrán, estamos dispuestos a seguir amándonos y mantenernos juntos hasta el último de nuestros días. ¿Alguna vez te has preguntado cómo harás para cumplir tu promesa?
En nuestro viaje de aniversario, digamos que hice una adición a mis votos matrimoniales y le prometí esto: “Mantenerme llena del amor de Dios para amarte pase lo que pase y cada vez mejor.”
No veo cómo dos personas imperfectas como mi marido y yo, con miedos, expectativas e incompatibles por género podríamos lograr una promesa tan fuerte sin estar llenos de Su amor. Tu esposo y el mío no son infalibles, no esperes perfección, ellos van a fallarnos, vamos a sentir que no nos dan lo que necesitamos porque son seres humanos igual que tú y yo. Cuando eso suceda, nuestra responsabilidad como esposas es trabajar junto con Dios para que Él transforme nuestro corazón y llene la necesidad.
Él es quien mantendrá viva tu promesa matrimonial si haces tu parte. Por eso creo que lo mejor que puedes prometer a tu esposo es permanecer llena del amor de Dios, el cual te llenará en primer lugar y fluirá hacia tu marido por toda la vida, porque el amor de Dios no es como el de nadie en este mundo. El amor de Dios no se acaba.
La cuerda de tres hilos (Dios, tu esposo y tú)
En eso, unos fariseos se le acercaron, y para ponerlo a prueba le preguntaron: ¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?
-¿Qué les mandó Moisés? Replicó Jesús.
– Moisés permitió que un hombre le escribiera un certificado de divorcio y la despidiera-contestaron ellos.
-Esa ley la escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son-aclaró Jesús-. Pero al principio de la creación Dios ´los hizo hombre y mujer. Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se uniré a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.” Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.´ Marcos 10:2-9
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Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
Eclesiastés 4:12
Recuerda
Mantén vivos tus votos matrimoniales llenándote con el amor de Dios.
Estás casada con una persona tan imperfecta como tú, por eso, date cuenta que el único capaz de satisfacer todas tus necesidades es Él, no tu esposo.
Oración
Señor, gracias por mi esposo, sé que es perfecto para mí, porque tú estuviste en medio de la decisión que tomé de casarme. Tú sellaste nuestra unión y teniéndote podremos superar cualquier cosa. Sin ti estamos desprotegidos, contigo en medio, somos fuertes.
Haré mi parte llenándome cada día con tu amor para que nada me falte. Así podré cruzar con tu paz los momentos en los que sienta que no recibo de mi esposo lo que quiero y creo que necesito. Después descansaré en que tú estás cumpliendo tu parte sobrenatural en nuestro matrimonio.
Deseo mantener las promesas que hice a mi esposo, por eso cambia primero mi corazón en todo lo que esté estorbando para lograrlo y yo trabajaré junto contigo para que cualquier vacío en nuestro matrimonio sea satisfecho. Amén.